martes, 7 de octubre de 2008

El mercado






Llego al mercado a una hora en la que la gente se agolpa por comprar, se apelotona en los puestos en los que más gente hay para ver los productos que se ofertan. Voy sacando fotos a unos y a otros para zambullirme en el ambiente matutino del mercado. La gente a la que voy observando es reacia a las fotos, me miran con mala cara o se apartan para no aparecer en las fotos. Las dependientas de los puestos dan vida al lugar, con sus sonrisas, sus caras expresivas. No sé por donde empezar, hay mucho que fotografiar pero no me decido qué puesto fotografiar primero. Me decido por la frutería, las tenderas parecen simpáticas pero no se atreven a mirar de frente al objetivo. El día está triste la luz no penetra entre los cristales como lo hace cuando el sol brilla, por ello las primeras fotos salen sin ese color natural de fondo, esa luz que realza más las imágenes.

Voy de frutería en frutería hasta que me decido por una en la que la disposición de la gente, la tendera y la perspectiva me gustan. Al final me decido por una que me parece “diferente” son las manos de diferentes personas señalando la fruta” señal de muchas cosas, las manos son una de las partes más importantes de nuestro cuerpo, con ellas no solo cogemos los objetos sino que a través de ellas sentimos, palpamos y nos expresamos. Después de la frutería observo a la gente, cómo pasean por el mercado, otros van en busca de la mejor oferta, otros se detienen en cada puesto en busca de productos para llevarse a casa. Los niños que van con sus padres juegan y degustan todo aquello que les dan las amables señoras.

Voy paseando y me llama la atención la pescadería, la gente que atiende es muy simpática, en sus rostros tienen dibujada una sonrisa permanente, tienen eso que se llama empatía, les miras y cuando te van a atender sientes un trato especial, no sólo estás comprando un producto, se lo estas comprando a una simpática señora o señor que con su mejor cara de sábado por la mañana, te está regalando su simpatía. Voy sacando fotos a todos aquellos que se encuentran allí, me fijo en sus posturas, en sus expresiones de espera, y las fotografío. Ahora me fijo en las dependientas, que me mira con media sonrisa, le miro más de frente y es entonces cuando nos miramos cara a cara, y me dice “a mí no me saques que no salgo bien en las fotos” pero al decírmelo con una sonrisa me da la confianza para tratar con simpatía y decirle: “qué va eso sólo se dice por vergüenza, ya verás como no” con sus risas y las del resto de dependientes se va creando una buena atmosfera. Me detengo en la pescadería para poder sacar buenas fotos de lo que allí está sucediendo. Me centro en una de las dependientas y como si no fuera con ella sigue atendiendo a la gente, pero los productos los inclina un poco disimuladamente para que yo pueda sacar las fotos.

Tras la pescadería me dirijo a la carnicería y de todas las fotos que saco sólo me gusta una de ellas, que quizá no tenga mucho contenido informativo o expresivo pero me parece una técnica y por ello lo fotografío. Intento sacar a los carniceros entre las flautas de chorizo que están colgadas, pero no lo consigo. Finalmente me quedo con la que he sacado y con todo mi repertorio me voy a casa a abrigarme que el día engaña y en el mercado hace mucho frío.



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