Bodegas Otazu
La primera excursión con el grupo de fotoperiodismo fue a las bodegas de Oteza, un chàteaux bordeleses en donde se elaboran sus vinos más singulares. La historia de los Señoríos de Otazu y Eriete se remonta a
Llegamos a la bodega y allí nos esperaba Cristina, la que iba a ser nuestra guía en este trabajo fotográfico y de los sentidos.
Nos iba enseñando las diferentes salas a la vez que nos explicaba lo que en ellas se llevaba a cabo. Parecíamos chinos, pero con un poco más de arte, queriendo fotografiar todo motivo, todo objeto, todo gesto. Y así nos fuimos adentrando en las profundidades de este chàteaux francés. Cada uno ponía su toque personal, ya que todos fotografiábamos lo mismo, y de no ser así, todas las fotos serían iguales, ahí radica una de las importantes cuestiones de la fotografía, aunque el motivo sea el mismo, el distintivo lo pone la persona, con su carácter y ambición, haciendo de cada objeto una obra maestra creada por él, que no se verá de la misma manera en otro trabajo, porque, aunque realidades iguales, perspectiva diferentes, que es lo que importa.
Nos fuimos dividiendo por la bodega cuyo estilo arquitectónico tiene su importancia, se compone de nueve bóvedas subterráneas de hormigón. En estas salas se encuentran todas las barricas en proceso de maduración del vino. Esta construcción es conocida en el mundo de la arquitectura por su emblemático diseño y envergadura.
Tras la explicación de la elaboración del vino y su sistema de embotellamiento, pasamos a saborear el buen vino de Otazu. Éste venía acompañado por cortesía de Juan, de queso y panes, para comer entre el cálido vino. Dos muestras de vino paladearon nuestros sentidos pero por unanimidad ganó el blanco, una explosión de sabor, frescor, y olores.
Entre cata y cata, nos íbamos conociendo un poco más, es lo que tienen estas cosas, que más vales tarde que nunca pero al final se acaba conociendo a la gente, y en este contexto mejor que mejor.
La experiencia fue muy buena, lúdica y divertida, la verdad que aprendimos mucho y nos dio la oportunidad de conjugar fotografía, arquitectura, gastronomía y lo mejor del vino.
¡Habrá que repetir!